[Idea, dramaturgia, dirección general y performance] Marina Otero
[Puesta en escena y codirección] Juan Pablo GoÌmez
[Asistente de dirección] Lucrecia Pierpaoli
[Ambientador visual en vivo] Gastón Exequiel SaÌnchez
[Cámara en vivo] Lucio Bazzalo
[Arte de documentos recopilados] MarÃa Laura Valentini
[Diseño de luces] MatÃas Sendón
[Colaboración coreográfica] Marina Quesada
[Colaboración en selección de vestuario] Franco La Pietra
[Producción] Laura Sol Zaslavsky
[Acompañamiento y distribución] Leila Barenboim
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La obra se ha presentado en Festival Santiago a Mil 2016, Santiago, Chile; Singapore International Festival of Arts 2016, Singapur; MESS Festival 2017, Sarajevo, Bosnia & Herzegovina; Festival de Danza Contemporánea 2016 Buenos Aires, Argentina. Por esta obra, la creadora obtiene la beca Watch and Talk del Theatre Spektakel 2016, Zúrich. La obra mereció el premio a Mejor Dirección en Danza en Bienal de Arte Joven 2015, Buenos Aires, Argentina.
Marina Otero mezcla las distintas disciplinas de su indómita vocación (teatro-danza-performance) y arma un unipersonal donde desnudarse ella misma, con videos caseros, fotos robadas, proyecciones en vivo, acciones con el público y suicidios ajenos.
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Más cerca de la autoficción que del biodrama, Recordar 30 años para vivir 65 minutos es una performance donde la identidad entre autor, narrador y protagonista se convierte no en un acto narcisista sino en un sacrificio ofrecido al espectador. Ella se retrata en el momento final de una larga serie de fracasos artÃsticos, para exorcizar la orfandad existencial.
Marina Otero
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Performer, directora escénica, autora y docente. Crea el proyecto Recordar para Vivir, basado en construir una obra inacabable sobre su propia vida. Algunos de sus espectáculos y performances –como Recordar 30 años para vivir 65 minutos, 200 golpes de jamón serrano, Nomofobia y Moneyfest– han sido presentados en Festival Santiago a Mil (Chile); Singapore International Festival of Arts (Singapur); Bosnia & Herzegovina Mess Festival (Sarajevo); FIBA (Buenos Aires); Bienal de Performance (Buenos Aires); y en la Bienal de Arte Joven (Buenos Aires), en la que obtiene el premio a la mejor dirección en danza y una beca para el programa Watch and Talk en el Theatre Spektakel (Zúrich). Ha trabajado como performer con Pablo Rotemberg y Emilio GarcÃa Wehbi, entre otros.
“Propuesta inclasificable, de energÃas cambiantes, de momentos de un cuidado visual extremo. Un zurcido caótico, iluminador, volado, reiterativo, asombroso, tierno, hipnótico en su arte y bello en su artesanato, en su manera de desnudar su vida, de desnudar los artilugios escénicos, de desnudarse ella misma. Marina Otero, una artista de enorme talento.†(Alejandro Cruz – Diario La Nación, Argentina)
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“Un experimento escénico que da cuenta del trabajo de toda una vida. Marina da cuenta de sà misma. Y lo hace desde un cuerpo potente y polÃtico que entrega entero para iluminar.†(Laura Rosso – Diario Página 12, Argentina)
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“Recordar 30 años para vivir 65 minutos es un espectáculo brillante que no resiste clasificaciones. Se vuelve una clase magistral sobre cómo hacer, de la observación y exhibición de la propia vida, una obra de arte. El anti Gran Hermano.†(AnalÃa Melgar – Diario Perfil, Argentina)
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“Además de ser la propuesta más extendida de la cartelera local, es la comedia humana de estos tiempos de individuos indivisos. Uno de esos saltos al vacÃo que se parecen a la tan temida vida misma.†(Hernán Firpo – Diario ClarÃn, Argentina)
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